Esta cita de Stefan Zweig ilustra y resume parte de los artículos, ensayos y conferencias que el autor escribiera entre 1914 y 1940.
Acercarse a cualquiera de los textos de Zweig es siempre un intenso goce intelectual dada su inmensa calidad literaria. Pero en este caso a esa inmensa calidad literaria se añade su clarividente pensamiento expuesto de manera sencilla y casi gráfica para que todos podamos entenderlo.
Los capítulos fechados en 1932 y 1934 relativos a la idea de la unificación de Europa nos parecen tan acertados que, de habérsele prestado cumplida atención, probablemente no hubieran tenido lugar los horrendos sucesos de la Segunda Guerra Mundial.
Stefan Zweig abogaba ya, hace casi un siglo, por una unión europea que fundiera nuestras distintas culturas e idiomas en un frente común de paz, progreso y libertad.
Quiero también comentar otro capítulo, este fechado en 1938 y titulado "El secreto de la creación artística".
En el, Zweig, maravillado por la genialidad del verdadero artista, intenta bucear en esos momentos mágicos, divinos, donde el artista, en comunión con ¿el universo?, ¿el alma?, ¿Dios quizá?, produce, crea, las más sublimes obras de arte.
Leer a Stefan Zweig siempre es un gozo. En este caso con el añadido de su clarividente erudición que nos hace reflexionar y quizá ver con algo más de luz el complejo panorama de nuestro tiempo.